Hombre a Caballo
1997
Pintura (Acuarela y lápiz / Papel)

Ubicación:

Sala Fernando Botero

Análisis artístico

Espacio:  

La obra está construida en dos planos.  No hay manejo de perspectiva y la ilusión de profundidad está determinada por la superposición de las formas representadas y el manejo de las distintas tonalidades de gris.  El caballo, los accesorios y el ropaje del personaje están elaborados en relación proporcional al tamaño de la figura.  Las formas se distribuyen equilibradamente en el plano y el peso visual recae fundamentalmente en la figura del caballo.  La disposición de los elementos en la obra marca una direccionalidad vertical ascendente (de abajo hacia arriba) a la que se contrapone una línea de horizonte baja y ligeramente ascendente.

Forma:  

El dibujo es naturalista.  Las líneas son sinuosas y seguras, con variaciones en la intensidad y presión con las que fueron hechas en el soporte (papel), pero sin cambios en el calibre.  El dibujo es reposado; se insinúa un movimiento diagonal descendente marcado por la posición del personaje y las patas del caballo.  Las líneas del dibujo encuentran ritmo en múltiples partes: los pelos de la cola, las patas del animal, las crines de la cabeza y la nuca, la soga, el freno y las costuras de la silla y el tapete.  El conjunto caballo – jinete se esquematizan en un contorno triangular.

Color:  
El color dominante en el dibujo es el gris manejado en distintas saturaciones y degradaciones.  Con éstas se modela el volumen de las formas representadas y se transmite la ilusión de una iluminación difusa y general.  En la escena, todas las formas son luminosas, exceptuando el sombrero y el pelo del personaje, la crin y la cola del caballo; el fondo se establece como un espacio luminoso en la obra.  En el piso, más oscuro, se insinúan las sombras del animal.  El manejo del gris contrasta con algunas zonas elaboradas con pinceladas tenues de acuarela color ocre presentes en la figura, el caballo y el fondo.  La textura es óptica o plana, y está determinada en mayor medida por las líneas que por las pinceladas.
 
ANALISIS HISTORICO:
En Hombre a caballo se representa una escena ecuestre. Este tipo de escenas se han manifestado a lo largo de la historia del arte, tanto en las artes plásticas como en la literatura.
 
(…) un guerrero a caballo matando un dragón es JORGE.  Si va en un caballo alado, es PERSEO o BELEROFONTE, montando a PEGASO.  Un “caballero” en un caballo enflaquecido, acompañado por un campesino montado en un asno, es DON QUIJOTE.  Un caballo atacado por un héroe con un garrote, HERCULES (…) Un caballo de madera con ruedas o rodillo, GUERRA DE TROYA” (HALL, 1987, p. 69).
 
Las escenas ecuestres en la historia del arte se han referido a la representación de próceres y héroes; plasmado tanto en la escultura como en la pintura.  Desde la antigüedad se ha representado el tema en vasijas y utensilios ceremoniales en Egipto, Grecia y Roma, con motivos alusivos a batallas, donde los carros son arrastrados por caballos.  La primera obra reconocida es la estatua de Marco Aurelio, perteneciente al periodo clásico;  le sigue Alejandro Magno montando a Bucéfalo.  

Ya en el Renacimiento se encuentra la estatua de Condotireo Gattamelata, de Donatello, esta “(…) estatua más que un monumento conmemorativo de la gloria del héroe, era un monumento funerario (…)” (SUREDA y MILICUA, 1986, p. 122);  Bartolomeo Colleoni de Verrochio, es otra de las obras del mismo periodo, en ella “(…) el caballo parece avanzar hacia una meta concreta, el caballo hecha el cuerpo hacia atrás en un atrevido escorzo y el hombre hacia delante, casi imponiendo la parada al corcel” (Ibíd., p.150).  La obra de Paolo Uccello El Condotiero Giovanni Acuto “(…) el momento responde más a un ejercicio de perspectiva que a una exaltación humanística de la gloria (…)” (Ibíd., p. 174) del representado.  Es de notar que el tema fue trabajado básicamente en la escultura, algunas de las obras en pintura parecían ser representaciones de estatuas, por su monocromía y composición, donde el jinete sobre el caballo se encuentran asentados en un pedestal. 

Otros artistas que se interesaron en el tema fueron: Diego de Silva y Velázquez, en sus obras representó la hegemonía y el poderío de los reyes de turno, montando a sus finos caballos;  Príncipe Baltasar Carlos a caballo, 1635,  Felipe IV a caballo;  Don Gaspar de Guzmán;  Conde-duque de Olivares a caballo e Isabel Borbón a caballo;  estas pinturas decoraban el salón principal del palacio. 
 
Stubbs, pintor ingles del siglo XVIII, “(…) se consagró a la pintura de animales.  Principalmente caballos.  Stubbs concebía a los caballos como seres individuales, con rasgos personales, (…) este tema (…) lo convirtió en el creador de un género de gran éxito (pur – sang)” (SALVAT, 1976, p. 70). A veces los pintaba junto a sus propietarios como es el caso de Pareja en un carruaje.  Por otra parte Goya pintó a Fernando VII, 1808 y a El General José de Palafox, 1814, siempre relacionadas con la corte española.  El fundador del Romanticismo francés, Géricault, “(…) pintaba las carreras de caballos, lo cual permitió al joven artista ejecutarse en uno de los temas por los que sería más conocido, y por el que sentía pasión desde su infancia” (MILICUA, 1987, p. 229);  de él, Oficial de cazadores de la guardia imperial, 1812 y El Derby de Epsom, 1821.

Una de las más importantes obras pictóricas, es Napoleón cruzando los Alpes de Jacques Louis David, obra del siglo XIX, considerada neoclásica;  en ella Napoleón “el “hombre nuevo” que ha de consolidar la Revolución es presentado como un héroe (…) acompañado de su caballo (…) hombre y animal, fuerza e inteligencia, forman una unidad (…)” (BORNAY y MILICUA, 1986, p. 58).

En el siglo XX, sobresale Franz Marc, miembro fundador del “Blaue Ruiter” (el Jinete Azul),  “En sus obras capta el movimiento espontaneo de los caballos –su tema predilecto- explorando el simbolismo del color y las sinuosidades de la línea” (SALVAT, Op. Cit., p. 119);  Corzos rojos, 1912 y Los grandes caballos azules, 1911;  hacen parte de su producción.  En la obra de Pablo Picasso, existen varias pinturas con caballos, sin duda el más importante es Guernica, 1937, pintura en la que se representa el episodio dramático del bombardeo a la ciudad de Guernica;  aquí tanto los personajes como los animales, el caballo y el toro, gritan desesperadamente.

En Latinoamérica y en Colombia al igual que la escultura clásica, las escenas ecuestres se han representado por medio de la estatuaria, se muestra al prócer o héroe en camino a la batalla;  en la pintura existen muy pocos ejemplos, a pesar que anteceden a la escultura, uno de ellos es el General Julián Trujillo, 1877;  en el que “(…) aparece representado como un héroe triunfador  sobre un brioso corcel blanco ricamente enjaezado (bien ensillado) a la manera de Napoleón cruzando los Alpes de Jean Louis David, obra que también inspiró un retrato de Bolívar (…) en 1824” (LONDOÑO, 1994, p. 120).  En escultura uno de los ejemplos más sobresalientes es la estatuaria dedicada a Simón Bolívar, todas las ciudades capitales de nuestro país cuentan con una en la plaza o parque principal, y adopta el nombre del Libertador.  El arte conmemorativo en nuestro país, fue desarrollado principalmente por escultores extranjeros, en el siglo XIX;  en el XX sobresalen Roberto Henao Buriticá, con el Bolívar de Armenia, y Rodrigo Arenas Betancourt, con el Bolívar desnudo de Pereira;  este último “(…) fue el autor de las más numerosas y espectaculares obras de este género en Colombia” (SERRANO, 1985, p. 115).

El caballo es considerado como un animal doméstico, “(…) no es un animal como los otros.  Es la montura, el vehículo, el navío, y su destino es pues inseparable del humano” (CHEVALIER y GHEEBRANT, 1986, p. 209).
 
“En pleno medio día, arrastrado por la potencia de su carrera, el caballo galopa ciegamente y el jinete, con grandes ojos abiertos, previene sus pánicos  y lo dirige hacia la meta que le ha asignado;  pero de noche, cuando el caballero a su vez está ciego, el caballo se torna vidente y guía;  él es entonces quien manda (…)” (Ibíd., p. 209).
 
Este animal sufrió un largo proceso de domesticación;  primero fue utilizado como “caballo de tiro”, el animal sujetado por unas riendas arrastraba una carreta;  este tipo de vehículo presentó limitaciones;  “sólo se podía utilizar en terreno plano (…) si había montículos o zanjas, se podía voltear fácilmente” (BURCHER DE URIBE, 1996, p. 156). “Los caballos sólo fueron montados por el hombre varios milenios después de su domesticación.  Esta innovación (…) está relacionada con el desarrollo cada vez más sofisticado de las estrategias de guerra. (…) los primeros caballos domésticos eran pequeños y con aspecto de pony.  El aumento de su tamaño se convirtió en una necesidad cuando los (…) guerreros (…) empezaron a protegerse del ataque de armas cada vez más peligrosas (…)” (Ibíd., p. 155).  Varios pueblos se interesaron por el aumento de tamaño y fuerza de los caballos, los primeros en criar caballos grandes fueron los medas;  surgió entonces la modalidad de “los caballos de monta”, capaces de transportar un humano en su lomo.

En América al igual que el resto de occidente se le dio esencialmente los mismos usos.  “El caballo desempeñó un papel muy importante en el proceso de dominación de los pueblos indígenas, lo mismo que para las comunicaciones en territorios tan vastos como los dominados por la corona española.  Los pueblos sometidos por los ibéricos rápidamente se familiarizaron con los caballos pues a ellos se les encomendaban todas las tareas relativas a su atención” (Ibíd., p. 159).

El caballo se extendió por el territorio que hoy es Colombia;  fue domesticado tanto en las zonas montañosas como las planicies o llanos.

“Dentro de lo que podría llamarse el complejo de los transportes de Medellín de antaño, debemos considerar en primer lugar el caballo” (ORTIZ ARANGO, 1983, p. 78).  En nuestra sociedad ha tenido varias utilidades;  al lado de la mula y la yegua sirvieron para transportar alimentos y enseres, que aprovisionaron la ciudad;  para los habitantes de las nacientes poblaciones era necesario para el transporte entre pueblos y veredas, hasta el punto que cada hacendado o más bien todos los hombres mayores de cada familia tenían su propio caballo. 

Montar a caballo “era una de las aficiones más arraigadas de los medellinenses. Los “cachacos” de la ciudad, al finalizar la tarde, acostumbraban animadas cabalgatas, (…) también (…) eran muy afamados los paseos a caballo los domingos a lugares cercanos y posteriormente a los famosos baños públicos “El Edén”, situado cerca al Bosque de la Independencia, los de “Amita” en Bermejal, y los del “Jordán” en Robledo”  (REYES, 1996, p. 29).  Esta afición se convirtió en pasión por las competencias ecuestres.  En la ciudad “las carreras de caballos, se iniciaron, como simples disputas sobre las bondades, rapidez y demás maravillas, ciertas o no, que los propietarios veían o pretendían en sus animales”  (ORTIZ ARANGO; Óp. Cit., p. 137).  Las carreras se llevaban a cabo en varios lugares de la ciudad;  primero de manera informal y poco organizada;  más tarde se acondicionaron sitios para un mejor desempeño de la actividad,  “(…) las primeras carreras se hicieron en el siglo pasado (XIX) en el Llano, hoy carrera Bolívar, a la altura del local que ocupó la Escuela Modelo.  De allí pasaron a la calle San Juan entre la Plaza de Cisneros y el río.  En este lugar las carreras ya tuvieron una conformación similar a la existente hoy, sólo que la caballada se reducía a los animales de unos cuantos que los querían lucir, o más de usarlos como vehículos.  El grupo se conformaba de cuatro o seis animales y el público excluía la presencia femenina” (Ibíd., p. 137).  El Bosque de la Independencia sirvió también como hipódromo;  por lo frondoso de su vegetación no era posible ver la pista en su totalidad, lo que ocasionó disturbios y hasta muertos, por trampas y ventajas desleales de los participantes.  Luego se construyó el Hipódromo Municipal, por don Heriberto,  en él se disputaban fervientes carreras aunque no contaba con las instalaciones más adecuadas para el público;  con la quiebra de éste y su cierre definitivo, se construyeron dos hipódromos más;  el de San Fernando en Itagüí, y el de la Floresta;  por falta de caballos y de ayuda del gobierno esta actividad se trasladó a Bogotá.  A partir de 1996, con el Hipódromo de los Comuneros en Guarne, municipio cercano a Medellín, se volvió a despertar la afición por los caballos, pero ya no con tanta pasión como en sus comienzos, hasta el año 2008, fecha de cierre del hipódromo debido a su quiebra. A partir de este momento la actividad hípica del país se mudó al centro en el Hipódromo El Rosal, cercano a la ciudad de Bogotá (RESTREPO GONZÁLEZ, 2013).
Es preciso anotar que el artista debió ser testigo de esta afición; su interés por la representación de escenas ecuestres, presenta tres vertientes:  la primera, el caballo de juguete en Pedro, 1974;  la segunda, el caballo en la corrida, perteneciente a la serie de Tauromaquia, donde el caballo es compañía obligada del picador;  en la tercera, se relaciona con la vida cotidiana de Medellín a principios del siglo XX en la que ambos, tanto el caballo como el jinete, ejecutan una acción, como es el caso de Hombre cayendo de un caballo, 1994 y Hombre a caballo, 1997, que es precisamente la obra en cuestión.

En esta obra el jinete y el caballo se encuentran de perfil y de cuerpo entero, el hombre en posición sedente porta todos los aditamentos para montar, sombrero y botas, y el caballo tiene silla, jáquima, riendas, freno y cincha;  tanto el hombre como el caballo hacen repulsa hacia atrás, como frenando el movimiento.  Están ubicados en un espacio indefinido.

Obras relacionadas

Para realizar la solicitud de uso de imagen por favor descarga el siguiente formulario, una vez diligenciado cárgalo en el formulario inferior

Solicitud uso de imagen

Dona al museo
Juntos podemos lograr un cambio positivo. Tu donación apoya nuestros programas sociales.

Contacto

¿Cómo podemos ayudarte?
Abrir chat
¿Información sobre nuestros productos?
¡Hola! Escríbenos si deseas comunicarte con nosotros para saber más sobre nuestros productos y servicios
Ir al contenido