La Línea Introspectiva. Hacia una historia del grabado en Antioquia.

En mayo llega a las salas temporales del Museo de Antioquia la exposición La línea introspectiva. Hacia una historia del grabado en Antioquia, una exposición que resalta el rol protagónico de esta técnica en las prácticas artísticas contemporáneas; un viaje por casi 100 años en la historia de las artes gráficas en la región, a través de las expresiones de más de 80 artistas.

El grabado es una expresión artística sin par en la historia del arte y de la imagen. Como técnica ha sido la favorita de muchos artistas, pues comprende dos principios que parecen antagónicos: la rigidez del soporte en metal, piedra o madera contra la soltura del papel o la tela. El resultado siempre es una suerte de magia, se traslucen pequeñas variaciones y en ellas está la vida misma. Es justamente ese universo el que nos presenta La línea introspectiva. Hacia una historia del grabado en Antioquia, la nueva exposición que llega a las salas temporales del Museo de Antioquia.

En un mismo espacio se reunirán cerca de ochenta artistas de distintas generaciones que vieron en el grabado una forma de asumir el arte como un camino, como una voz. Esta exposición nos permite viajar por la historia del grabado en Antioquia, un recorrido que nos muestra los múltiples sentidos que podemos encontrar en las obras que estarán exhibidas, así lo explica Armando Montoya, artista y curador de La línea introspectiva: “en las imágenes podemos observar el mundo en el que se han sumido los autores para después revelarnos su mirada interior, única y bien diferenciada; al mismo tiempo, nos permiten comprender los cambios en la forma de entender el arte, las transformaciones y preocupaciones sociales y urbanas, y nuestra relación con la naturaleza”.

La historia que nos cuenta La línea introspectiva comienza con un homenaje a los protagonistas del grabado en Antioquia: los maestros. Algunos de ellos desarrollaron sus primeros grabados mientras se formaban en Europa; los primeros fueron Pedro Nel Gómez e Ignacio Gómez Jaramillo; posteriormente, Aníbal Gil y Augusto Rendón. La exposición hace hincapié en la obra y el legado del maestro Aníbal Gil, no solo por su amplia producción gráfica de interés nacional, sino por su capacidad de experimentación y creación con estas técnicas, y su labor como docente en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia entre 1960 y 1976; por esta razón, La línea introspectiva también es una continuación del homenaje que nuestro Museo le hizo el año pasado con la exposición Aníbal Gil. Huella gráfica, un reconocimiento a la trayectoria artística de este gran maestro que abrió caminos para tantos artistas.

El recorrido de La línea introspectiva continúa en la década de 1970 con los artistas de la generación urbana. En este periodo el grabado se convirtió en un medio de expresión que, gracias a la serialización, amplificaba la voz de los artistas que querían mostrar en sus obras las problemáticas propias de la transición entre lo rural y lo urbano, piezas que pasaron del espíritu bucólico del campo al ritmo acelerado de una ciudad frenética: “Con ese crecimiento urbanístico tan acelerado y desbordado, los artistas empezaron a mirar la noche y en la noche, el llamado ‘bajo mundo’: los homosexuales, los bares, los sitios de salsa, los inquilinatos, los ídolos populares; entonces, todas esa costumbres tradicionales que fueron tan típicas en la historia de la pintura local fueron quedando atrás”, explica Armando.

La década de 1980 llegó con el recrudecimiento de la violencia a causa del narcotráfico; además, se agudizaron algunas problemáticas que aparecieron en la primera mitad del siglo XX: el incremento desmedido de la población, el desempleo, la pobreza y una clase política desacreditada. A pesar de la zozobra que se vivió en estos años de terror, el arte, particularmente el grabado, encontró un espacio de difusión: se graduaron los primeros profesionales en artes plásticas en la región, el taller de grabado de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia que creó el maestro Aníbal Gil se consolidó, se realizó la IV Bienal de Arte en 1981 y se llevaron a cabo en la ciudad dos eventos fundamentales para el arte nacional y latinoamericano: el Coloquio de Arte No-Objetual y Arte Urbano y el Simposio Internacional de Críticos de Arte. Además, en este periodo se abrieron talleres particulares como el Taller de Grabado, un espacio que crearon Luis Fernando Mejía y Ricardo Peláez.

Aunque las instalaciones y los performances se robaron el protagonismo en la década de 1990, las artes gráficas lograron mantener su lugar: “El grabado, en su ensimismamiento, resistió a las oleadas de la llamada posmodernidad y supo mantener su puesto entre los géneros artísticos. La exposición El grabado en Antioquia, realizada en el Museo de Arte Moderno de Medellín en 1993, dio cuenta de ello”, explica Armando.

Después de ese recorrido por la historia del grabado en Antioquia, La línea introspectiva nos muestra el presente de una técnica que sigue vigente; como lo señala el equipo de curaduría del Museo “los medios masivos de impresión, aunque le han arrebatado su rol divulgativo, no han mermado sus posibilidades como vehículo de exploración artística ni su carácter de denuncia, al encarnar, desde la honestidad y la expresividad del trazo, ideas políticas, angustias existenciales y maneras de entender y abordar la realidad”.

El grabado sigue siendo una posibilidad de expresión para los artistas, una técnica que se reinventa, que es contemporánea en la medida que expone algunos de los asuntos más urgentes para nuestra humanidad en crisis. La línea introspectiva nos muestra la importancia del grabado no solo en la historia del arte antioqueño, también no recalca su relevancia en el presente: la proliferación de talleres que exploran las artes gráficas, la aparición de materiales amigables con el medio ambiente, el trabajo colaborativo y la libertad de mezclar todas las técnicas para conjurar otras posibilidades creativas.

Esta exposición, entonces, es una invitación a descubrir las reflexiones sobre nuestra relación con la naturaleza, la experiencia humana, la insatisfacción social, lo íntimo, lo cotidiano; es una oportunidad para reconocer en cada grabado, en cada obra, una línea introspectiva.

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