Derivas de lo Indeleble. Que otros sean lo normal

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El primer objeto de arte a construir debería ser una misma, construirte a ti misma, y el arte es deseo puro, comunicación, cómo le quiero dar belleza a este mundo, a las demás personas partiendo de mi “yo me veo hermosa” 

Marlene Wayar

En un país como Colombia, donde la violencia tiene cuerpo y género, y en una ciudad como Medellín —paradójica, profundamente conservadora pero también fértil en disidencias y estallidos de belleza irreverente, como algunos de los retratos de Benjamín de la Calle de hace más de un siglo—, hacer una exposición desde las perspectivas y potencias creativas Trans/Travestis no es un gesto cultural: es un acto de urgencia política, una respuesta afectiva a una historia de exclusión sistemática. Esta muestra se inscribe en el marco de los 144 años del Museo de Antioquia y los 350 de la ciudad, no para celebrar su relato oficial, sino para tensionarlo. Para interpelar desde sus márgenes las narrativas que han sostenido una idea única de ciudad, de historia y de cultura.  

Esta exposición se concibe desde un panorama Trans/Travesti que no pide permiso. Se sitúa desde los márgenes —y con orgullo desde ahí— para interpelar los dispositivos del arte, el archivo y la curaduría, históricamente construidos desde el privilegio cis, blanco, masculino y académico. Aquí no hay neutralidad posible. Lo que se propone es un territorio de disputa, donde el cuerpo aparece no como representación, sino como archivo vivo, como lugar insurgente de deseo, memoria y creación. 

Inspirada, igualmente, por la poética radical de Susy Shock, esta exposición celebra la monstruosidad no como desvío, sino como potencia epistemológica. Cada obra, cada gesto, cada relato aquí exhibido, constituye un acto de construcción simbólica, una memoria encarnada que se niega al silenciamiento y que insiste en narrarse desde afectos, sentirpensares, desbordes y diferencias. No es una exposición sobre víctimas, aunque el dolor atraviese los muros. Es sobre la fuerza inextinguible de quienes han hecho del arte una forma de venganza amorosa contra la violencia estructural. Es sobre la capacidad de resistir bailando, cantando, transmutando el dolor en materia sensible, en deseo colectivo, en archivo que arde. 

El Museo de Antioquia, al acoger este proyecto, no actúa como simple anfitrión: se ve interpelado en su propia historia, tensado desde adentro por quienes han sido históricamente marginadas de sus salas, de sus colecciones, de su lenguaje. Esta exposición no busca integrarse a los discursos oficiales de la “inclusión”, sino desbordarlos. No entra al museo para ser tolerada, sino para incomodar. Para poner sobre la mesa las preguntas que nadie quiere responder: ¿por qué las memorias Trans/Travestis no están en los archivos públicos? ¿Qué cuerpos sí son dignos de ser representados? ¿Quién y desde dónde se narra nuestra historia? 

Esta no es una muestra sobre lo diverso como moda, sino sobre lo diverso como herida abierta, como pulsión de vida. Es una cartografía que se construye con nombres propios y cuerpos presentes. Aquí, la curaduría se transforma en convocaduría, no se observa desde afuera: se ensucia, se encarna, se moja, se ama y se siente. Se entiende como práctica política situada, afectiva y colectiva, que pone en jaque al cubo blanco, que hace estallar los límites del archivo muerto para dar lugar a un archivo vivo, hecho de memorias insumisas, pedagogías populares y prácticas comunitarias que no caben en los marcos tradicionales del arte ni en los discursos hegemónicos de lo cultural. 

Este proyecto es también una apuesta por otro modo de hacer investigación en el campo de las artes: uno que se construye desde las cuerpas, desde la margen, desde lo afectuoso y no desde la distancia academicista. Reivindica la necesidad de contar nuestras historias desde Nosotrans mismas, sin traducciones cis, sin permisos institucionales. Porque no se trata de hablar por otras o de “dar voz”, sino de escuchar y amplificar las voces que históricamente han sido silenciadas. NuesTrans memorias no son un gesto simbólico, son una afirmación radical: estamos aquí, seguimos vivas y no podrán borrarnos. No venimos a decorar museos: venimos a transformarlos. 

Convocaduría 

Juli Zapata Rincón

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