Análisis artístico
Espacio:
La obra está construida en ocho planos. No hay uso de perspectiva geométrica, sin embargo la sensación de lejanía y profundidad se logra a través de la superposición de planos, y el cambio en la escala, por ejemplo, en la representación de los tres caminos en la composición. La obra presenta desproporción, por el manejo de la escala de las figuras y los tallos de los árboles, otorgándoles monumentalidad. La direccionalidad es de abajo hacia arriba, por la ubicación de las figuras y los objetos en planos distintos. La obra presenta equilibrio por la distribución de personajes y objetos. El peso recae principalmente sobre los dos personajes, creando desequilibrio en la distribución de los pesos.
Forma:
El dibujo es naturalista al reconocerse personajes, objetos y espacio, se presenta dibujo esquematizado en los árboles, y en los accesorios que acompañan al hombre y a la mujer. La línea es delgada, continua y uniforme para la mayoría de la composición, es discontinua en la representación de la estola y el follaje, en algunas zonas es reemplazada por la mancha; predomina la línea sinuosa en las formas de los cuerpos de los personajes, y la línea recta en los árboles y en el espacio que los acompaña. El dibujo denota reposo. Se presenta contorno rectangular para los dos personajes, los árboles, el piso y el prado.
Color:
Los tonos presentes son: ocre, negro, café, verde, rosado, gris y rojo. Presenta saturación el café en el traje del hombre y en el tronco de la derecha; el verde en los follajes, el negro en los zapatos y en la sombrilla. La luminosidad en la composición es casi uniforme, en los cuerpos y en los objetos las sombras aparecen para crear sensación de volumen, es de notar la sombra marcada que proyecta el borde del vestido, sobre las piernas de la mujer; se presentan sombras difuminadas en el piso donde se ubican los personajes, y en el prado donde están los árboles. La textura es óptica y plana dada por el manejo de la técnica.
ANÁLISIS HISTÓRICO:
La obra, óleo sobre lienzo hace parte del género del retrato, y en especial del retrato social. En la obra Una Pareja (1999), se representa un hombre y una mujer, de frente y de cuerpo entero; él viste un traje de chaqueta y pantalón café; zapatos, paraguas y sombrero negro, y corbata verde; y ella tiene un vestido escotado, tacones negros, una estola y una pequeña cartera de mano, los dos aparecen elegantemente vestidos. La pareja se encuentra en un paisaje campestre.
El tema de las parejas (hombre y mujer), es reiterativo en la obra de Fernando Botero; otras de las pinturas son: Una Pareja, 1989; El Palacio, 1975; Adán y Eva, 1999 y Sin Título, 1994; las dos primeras son ejemplo del retrato, y las dos restantes del desnudo.
Como en la obra anteriormente reseñada, el hombre de ésta lleva traje masculino, compuesto de pantalón y chaqueta; lleva zapatos con cordones, cuyo uso se desarrolló bajo la influencia de la moda inglesa, el estilo más conocido a principios del siglo XX fue el Oxford, nombre de una ciudad donde los universitarios de la misma lo popularizaron. Igualmente, lleva corbata y sombrero.
Como se dijo anteriormente, el vestido es conocido como el traje femenino por excelencia; esta prenda “(…) cubre completamente el talle compuesto de falda y cuerpo, generalmente de la misma tela. El vestido es un clásico del vestuario femenino y fue la prenda más habitual desde principios del siglo XX hasta los años sesenta (…)” (Ibíd., p. 275).
La mujer calza tacones, elementos que como se mencionó en la obra anterior, los cuales han tenido gran popularidad entre las mujeres de occidente, los mas usados son los de tres cuartos con punta redondeada; este calzado presenta una doble simbología, se asocia con la elegancia, pero también con la sensualidad.
La estola es una prenda larga, generalmente de piel, se coloca sobre los hombros y cae hasta los brazos. “Estuvo muy de moda en los años cincuenta en los que fue un complemento imprescindible del new look” (Ibíd., p. 112). Por ultimo, la mujer lleva una pequeña cartera de mano; este accesorio hizo su aparición al abolirse los bolsillos de los vestidos, son elaborados en telas suntuosas y en ocasiones con finos bordados.
La elegancia y la alta sociedad de esta pareja se relacionan con diversas obras del artista, en especial con el vestido de la mujer, que alude a las damas de sociedad y a las primeras damas, por ejemplo, La primera dama, 1967 y 1970; Dama de sociedad, 1994; Mujer con zorro, 1990, 1993 y 1998; Mujer con estola de visón, 1971 y la mujer en El Palacio, 1975.
La pareja esta ubicada en un paisaje campestre, en el cual son visibles los troncos gruesos de algunos árboles y parte de sus copas. De los árboles en la obra de Fernando Botero, Vargas Llosa afirma:
Obsérvese los árboles de los paisajes de Botero, esos árboles de los que, habitualmente, sólo se ven los troncos, pues las copas y las ramas han quedado “fuera” del marco. Conforman siempre una rigurosa geografía. ¿Vienen de la memoria de los bosques de Antioquia? Sin duda. Pero vienen, También, de los bosques de (…) de las tres batallas de San Romano que pintó Paolo Uccello para el Palacio de los Médicis, de los que tiene el entrecruzamiento extraño y estricto y la misteriosa inclusión. Como este pequeño motivo, muchos otros podrían auscultarse que muestran hasta que punto han sido genéricos para su obra las fuentes clásicas. (VARGAS, 1985, p. 33).
En la pintura los personajes están libres de una carga simbólica específica, posan de frente, y miran hacia adelante sin perturbar al espectador.