Para Fragmentos del mundo Juliana Góngora unió su obra a la de María Buenaventura. Estas artistas trabajaron de forma colaborativa con el propósito de traer sonidos, imágenes y olores de los territorios que habitan, esos paisajes campesinos y ancestrales que inspiran sus creaciones y motivan sus reflexiones. Uno de esos lugares es la Sabana de Bogotá. Su obra nos propone tres encuentros que nos recuerdan que la naturaleza es sagrada y que debemos escucharla.
El primero, Maíz, agua y tierra, es un cosmos construido con vasijas de chamba en las que cientos de granos de maíz evocan las estrellas, la complejidad del territorio que habitamos y la memoria de un alimento ancestral y de gran valor nutricional que hemos olvidado.
Camellón en ruda y cola de caballo para el pez Capitán es el segundo encuentro de la obra. Esta pieza cuenta una historia que pocos conocemos: alguna vez el río Bogotá alimentó a sus vecinos, por sus aguas navegaba el pez capitán, que por mucho tiempo fue la comida favorita de los habitantes de la Sabana. Hoy es posible encontrar algunos peces, pero el río está tan contaminado que es imposible comerlos.
El último encuentro es Un río de vacas y becerrito, la Sabana te ofrece reverdecer. Te invitamos a conocerla.